Son aquellos productos susceptibles de transformarse en bytes. Cualquier contenido que pueda, distribuirse, consumirse, pagarse y consumirse a través de internet.
Los productos digitales no requieren la producción en serie ya que su réplica es inmediata una vez producidos.
No requieren almacenaje ni distribución física. Se trata de juegos, películas, música, textos, consejos, fotografías, aprendizajes y muchos otros. Existen productos físicos fácilmente digitalizables como pueden ser un libro o un modelo de contrato.
Su digitalización no implica necesariamente un abaratamiento drástico de su precio de venta al consumidor (ejemplo libros electrónicos) pero habitualmente los márgenes de beneficio son significativamente más altos.
Lo correcto en el momento de digitalizar un producto o un servicio es añadir herramientas electrónicas que incrementen su valor. En el caso de un libro electrónico podría ser compartir fragmentos o citas en las redes sociales, módulos de traducción, ventanas flotantes de hipertexto que expliquen conceptos o significados de palabras o muchas otras. En el caso de la música podrían recomendar artistas similares e ir aprendiendo de los gustos del consumidor.
La existencia de contenidos y servicios digitales democratiza el acceso y a producción de obras culturales con iniciativas como la editorial Bubok que permite la edición y distribución de libros físicos y digitales desde su web.
Los productos digitales transforman los modelos de venta ya que surgen diferentes modalidades como puede ser la suscripción para el consumo ilimitado durante el periodo que dure la misma. Este es el caso de Whatsapp o de Spotify.
En ocasiones a los productos digitales se les denomina Infoproductos. Esta es una práctica creciente por las empresas editoras de informativos en busca de modelos de negocio sostenibles ya que en muchos casos los ingresos por publicidad no resultan suficientes. Así están experimentando con contenidos de pago o mixtos. Muchas publicaciones permiten la lectura de una buena parte del contenido pero para terminar de leerlo es necesario poseer una clave de registro que certifica el pago y así se abre el contenido oculto.
La competencia en la comercialización de infoproductos es muy relativa ya que cada uno redacta sus vivencias o las noticias a su manera y cada tratamiento de los contenidos tiene un toque especial. La producción de estos productos digitales es ubicua y puede realizarse desde cualquier lugar que disponga de infraestructuras tecnológicas suficientes y por tanto concede a los productores una gran flexibilidad en su ubicación con el consiguiente impacto directo en los costes en el caso de existir un modelo de empresa. Es más barato emprender y producir en Asia que hacerlo en Silicon Valley. Idealmente si la calidad de los contenidos es buena, los ingresos pueden ser ilimitados siendo los costes y las barreras de acceso ínfimas.
Los usuarios son más proclives a pagar por contenidos en los dispositivos móviles que en los ordenadores.
Las televisiones inteligentes o smart tv van a permitir que el consumo de contenidos digitales se incremente con plataformas como Apple TV, Netflix o Android TV (antiguo Google TV). Se comprarán cursos de todo tipo incluso integrados con la videoconferencia ya que estas televisiones incorporan una webcam, juegos con detectores de movimiento y por supuesto películas y series.
Otro producto digital es el creciente mercado de productos financieros que no requiere de procesos físicos de ningún tipo. En esta modalidad se encuadran todas las transacciones de fondos de inversión y más en concreto de acciones y valores que pueden ser comprados y vendidos en avanzadas webs transaccionales con propiedades avanzadas de análisis, información avanzada, tendencias, consejos de expertos y una serie de herramientas profesionales reservadas hasta ahora a brokers profesionales.
Los seguros de todo tipo también pueden ser considerados productos digitales. Pronto nos acostumbraremos a ver como podremos adquirir monitorizaciones remotas de médicos, especialistas en dietas o entrenadores personales con los cuales no será necesario que tengamos contacto personal. Estos también serán considerados productos digitales.
Plataformas de comunicación con videoconferencia como Skype están facilitando aprendizajes de idiomas o de nutrición por parte de expertos particulares que únicamente requieren un ordenador personal para poder impartir clase. Si a esto añadimos una dimensión en las redes sociales, nos encontramos con plataformas como Busuu.
Muchos particulares están dispuestos a comercializar mediante un intercambio de conocimientos sin necesidad de que existan necesariamente pagos entre ellos. Yo te enseño a tocar la guitarra y tú me enseñas italiano por ejemplo.
Referencias Bibliográficas:
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