Que la revolución tecnológica va a superar a la revolución industrial es un dogma que cada vez gana más adeptos. La transformación digital de las empresas, el cloud computing, el Big Data, los teléfonos móviles, los wearables. son caras de una misma moneda. Esta metamorfosis va camino también a modificar uno de los grandes símbolos de la revolución industrial: El ferrocarril. Y lo hará bajo el nombre de Hyperloop, el nuevo medio de transporte terrestre que promete alcanzar los 1.200 kilómetros por hora.
La idea de unos vagones que 'levitasen' y se deslizasen por el interior de tubos fue esbozada en 2013 por Elon Musk, el tecnogurú responsable de Tesla y Space X, quien la puso a disposición de terceros para que tomasen el testigo de su desarrollo. Hyperloop One, liderada por Rick Alstrom, fue uno de los que aceptó el reto. De momento, han reunido inversiones por valor de 80 millones de dólares y esta semana han cumplido un importante hito de cara al futuro del proyecto. Esta start-up probó con éxito en el desierto de Nevada el motor de su prototipo de propulsión magnética.
Apenas fueron unos pocos segundos de aceleración desmesurada hacia un enorme montón de arena que hizo las veces de tope, pero fue tiempo suficiente como para mantener la fe en un proyecto que hace dos años parecía una utopía. Sus responsables esperan verlo operativo, como tarde, en 2020. ¿El presupuesto? Aseguran que serían capaces de construir una línea para unir Los Ángeles y San Francisco por 16.000 millones, mientras que la adjudicación para unir las dos ciudades con un tren de alta velocidad puede costar 66.000 millones.
Independientemente de que se haya echado a un lado, no hay que olvidar que Musk es el padre de este nuevo medio de transporte que podría dejar obsoleto en unas décadas el tren tal y como lo conocemos hoy en día. Cofundador de Paypal, también es el responsable de impulsar el mercado del coche eléctrico con los deportivos 'conectados' de Tesla Motors. Su última creación, el Model 3, recibió 325.000 reservas en apenas una semana tras su presentación. La cifra no es baladí: los usuarios tenían que depositar 1.000 dólares como fianza y no se recibirá hasta 2017.
El otro gran proyecto de Musk es Space X. Lo que nació como una empresa de cargueros espaciales se ha convertido en la esperanza de la explotación comercial de la estratosfera. No en vano, hace un mes, su cohete Falcon 9 logró aterrizar en una plataforma en alta mar, algo nunca visto. Esto supondría una reducción notable de gastos en las expediciones espaciales, pudiendo reutilizar una pieza fundamental como los cohetes.
Fase de cambio
El mundo del transporte parece haber entrado en una fase de cambio profundo. La industria automotriz, una de las más importantes de todo el planeta, está inmersa en una carrera frenética para utilizar los avances tecnológicos en las carreteras.
El coche autónomo impulsado por Google se ha convertido en un objeto de deseo por otros gigantes como Mercedes o Citroën, que este año ha probado con éxito uno de sus modelos en el trayecto entre Vigo y Madrid. Además de los de Mountain View, hay otras empresas del gremio digital que trabajan en secreto para crear sus propios automóviles 'no tripulados', como son Apple o Baidu, el buscador chino más utilizado en el país asiático.
El avión tampoco escapa de esta revolución, aunque si iniciativas como Hyperloop prosperan es probable que este medio solo tenga sentido para vuelos intercontinentales. El proyecto más futurista puesto sobre la mesa es el de CPI, una firma británica que pretende construir el fuselaje del avión únicamente con materiales transparentes. Esto, además de incidir en el peso de la nave y ayudar a reducir las emisiones de CO2, crearía una vista espectacular que se combinaría con tecnologías como la realidad aumentada para informar a los pasajeros de qué zonas están sobrevolando.
La revolución de la aeronáutica es también de bajos vuelos: en el CES de este año se presentó el primer dron destinado al transporte de personas. Es obra de una empresa china que ha creado un modelo capaz de volar hasta 23 minutos a 100 kilómetros por horas.
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